PLUMA INVITADA – REAL MALICIA Y SU ROL PARA SALVAGUARDAR DERECHOS FUNDAMENTALES
El concepto de real malicia (o “actual malice”) se originó en el derecho estadounidense. Desempeña un papel crucial en la protección de la libertad de prensa, especialmente, en contextos en los que los medios informan sobre figuras públicas o asuntos de interés público.
La doctrina de la real malicia fue establecida por la Corte Suprema de los Estados Unidos en el caso “New York Times Co. v. Sullivan”. Según esta doctrina, para que una declaración sobre una figura pública sea considerada difamatoria, debe haberse hecho con “real malicia”, esto es, a sabiendas de que era falsa o con un temerario desprecio por su veracidad. La intención detrás de este estándar era proteger a los medios de comunicación de demandas onerosas que pudieran inhibir su disposición a cubrir temas controversiales, esenciales para una sociedad democrática.
En contraste con los Estados Unidos, la legislación panameña no contempla específicamente el concepto de real malicia en su marco jurídico que regula la difamación o injurias. En Panamá, las leyes de prensa tienden a ser más restrictivas, lo que potencialmente limita la capacidad de los medios para reportar sobre funcionarios o temas sensibles sin el riesgo de enfrentar consecuencias legales.
Se trata de un enfoque más conservador, en el que la protección del honor y de la reputación se pondera significativamente, en no pocos casos, en detrimento de la libertad de expresión.
A nivel internacional, varios países han adoptado variaciones del estándar de real malicia, especialmente, aquellos con un fuerte compromiso con la libertad de prensa. En algunas jurisdicciones europeas y de América Latina, aunque no se utiliza el término “real malicia”, existen normativas que exigen pruebas de intencionalidad o negligencia grave para determinar la responsabilidad por declaraciones difamatorias sobre figuras públicas. Esto refleja un equilibrio entre proteger la reputación y garantizar que el debate público sobre asuntos de interés general no se vea sofocado por el temor a litigios.
Desde la perspectiva de los derechos humanos internacionales, la doctrina de la real malicia es fundamental para la preservación de la libertad de expresión y de información. Organismos como la Corte Interamericana de Derechos Humanos han subrayado la importancia de proteger las opiniones y la información, especialmente, cuando conciernen a funcionarios o a gestiones gubernamentales. Al requerir que se demuestre real malicia para determinar responsabilidades en casos de difamación, se fomenta un ambiente en el que los medios pueden desempeñar su rol sin temor a que haya represalias legales indebidas y desproporcionadas.
La normativa internacional también apunta a que las leyes de difamación no deben usarse como herramientas para coartar la libertad de expresión o imponer la autocensura. En este sentido, el estándar de la real malicia ayuda a asegurar que sólo las acusaciones malintencionadas o extremadamente negligentes lleguen a los tribunales de justicia, permitiendo así que los periodistas y medios de comunicación operen en un ambiente de mayor seguridad jurídica.
La ausencia de la doctrina de la real malicia en la legislación panameña plantea cuestiones significativas sobre el equilibrio entre la libertad de expresión y la protección contra la difamación. A nivel global, las jurisdicciones que han incorporado esta doctrina, en forma explícita o, mediante principios similares, han encontrado un medio más efectivo para tutelar ambos intereses. En el marco de los derechos humanos internacionales, el concepto de real malicia se destaca como un mecanismo esencial para proteger el derecho fundamental a la libertad de expresión, crucial para el desarrollo y mantenimiento de sociedades democráticas y libres.