Fundación Sus Buenos Vecinos: Aliada en la Transformación Educativa de Panamá

El reconocido investigador ambiental Stanley Heckadon compartió con el Club Rotario de Panamá, en su reunión semanal del pasado 11 de septiembre, su visión sobre la situación hídrica del país y los retos que se avecinan. Su intervención estuvo marcada por anécdotas personales, recuerdos de campo y una advertencia clara: Panamá necesita proteger sus bosques y ríos si quiere garantizar agua para las futuras generaciones.
Heckadon inició recordando su experiencia en los años setenta, cuando se discutía el megaproyecto minero de Cerro Colorado. Relató cómo los expertos de entonces consideraban normal desechar miles de toneladas de material contaminado en ríos, manglares o incluso en el mar. “Alguien tiene que pagar el precio”, le dijeron. El proyecto fracasó no por conciencia ambiental, sino porque el precio del cobre cayó en el mercado internacional. “Si se hubiera realizado, todavía estaríamos arrojando toneladas de lodo tóxico al Golfo de Chiriquí”, advirtió.
El investigador enlazó aquella historia con un mensaje más amplio: Panamá es un país pequeño, pero con una biodiversidad extraordinaria y, sobre todo, con una riqueza hídrica que debe ser cuidada. Recordó que de cada cuatro galones de lluvia, tres van al Caribe y solo uno al Pacífico, donde se concentra la mayor parte de la población, la agricultura y la industria. Esa presión sobre el recurso, sumada a la deforestación y la urbanización, hace que los riesgos de escasez aumenten.
Heckadon explicó la importancia vital de los bosques como reguladores del agua. Un solo árbol, señaló, puede liberar hasta 100 galones diarios en forma de vapor, contribuyendo al ciclo de lluvias. Por eso, insistió en que proteger los bosques secos y húmedos del país no es un lujo, sino una necesidad. “La calidad de nuestra agua depende directamente de la salud de nuestros ecosistemas”, subrayó.
El cambio climático fue otro de los temas centrales. El orador advirtió que las sequías son cada vez más largas e impredecibles, lo que pone en jaque tanto al Canal de Panamá como al abastecimiento de agua potable. El aumento del nivel del mar ya afecta a comunidades costeras en Colón y Guna Yala, que han tenido que ser reubicadas. “Son señales claras de lo que viene: inundaciones, pérdida de tierras y presión sobre las ciudades”, indicó.
Pero no todo fueron advertencias. Heckadon también destacó logros importantes, como la creación de áreas protegidas en la cuenca del Canal y el Parque Natural Metropolitano, que hoy funcionan como pulmones verdes y reservas de agua para la ciudad. Contó cómo la visión de líderes y científicos permitió asegurar parte de esa riqueza natural para las generaciones actuales.
El científico concluyó con un ejemplo esperanzador: el caso de un joven colonense que, inspirado por visitas escolares al laboratorio marino de Galeta, creó un libro infantil sobre manglares y arrecifes. Esa iniciativa, apoyada por becas y el Smithsonian, ha inspirado a miles de niños a conocer y cuidar el medio ambiente.
“Panamá necesita más ciencia, más educación y más responsabilidad colectiva”, remarcó Heckadon. Su mensaje final fue claro: el agua es la verdadera riqueza del país, y protegerla es un compromiso que no puede postergarse.
