En memoria de Luis Manuel Hernández López

16 de noviembre de 1944 – 8 de octubre de 2025
Por: CR Marissa Lasso de la Vega F.
Hay personas que trascienden, y Wimba —como todos lo conocíamos— es, sin duda, una de ellas. Su solidaridad, compromiso y calidez humana dejan una huella imborrable en el Club Rotario y en la sociedad panameña.
Tuve la dicha de conocerlo hace más de cuarenta años, como uno de los mejores amigos de mi padre. Para mí siempre fue “Tío Wimba”, el amigo incondicional. Recordado como uno de los “wise kids” originales en recaudación de fondos y definitivamente el amigo siempre presente en “la rosca”. Con el paso del tiempo compartimos el mismo camino rotario y, en los últimos años, coincidimos también en la directiva de la Fundación Obsequio de Vida. Hoy me duele escribir estas líneas, pero callar me sería imposible. Deseo que, a través de estas palabras, quienes las lean lo recuerden como yo: con gratitud y cariño eterno.
Luis Manuel Hernández López nació el 16 de noviembre de 1944. Cursó kínder en el Montessori, estudió la primaria y secundaria en el Colegio Javier, en la Ciudad de Panamá, y se graduó como Ingeniero Eléctrico en Texas A&M University, clase de 1967.
Ingeniero de profesión y rotario por vocación, solo se ausentaba de almuerzos o actividades rotarias por causas de fuerza mayor. Su historia dentro del movimiento rotario es la de un hombre que nunca se detuvo: ingresó en 1977, apadrinado por Ramón “Fulo” Morales (q.e.p.d.), y desde entonces fue miembro activo, ocupando casi todos los cargos: director, secretario, tesorero, encargado del comité de recaudación, vicepresidente y presidente del Club Rotario de Panamá en el período 1994–1995. Le correspondió organizar la celebración de los 75 años del rotarismo en Panamá, ocasión en la que, junto a Lucho Azcárraga (q.e.p.d.) y su gran amigo, mi padre (q.e.p.d.), “Tío Robert” —como solía llamarlo— entonaron el Himno Rotario. Todos los presentes coinciden en que fue un momento inolvidable. Hoy los imagino a los tres reencontrándose y cantando juntos esas y tantas otras canciones, en un nuevo escenario.
El monumento de la Rueda Rotaria que se encuentra en Vía Israel, frente al Centro de Convenciones Atlapa, fue colocado por él con motivo de la celebración de esos 75 años del rotarismo.
Luis Manuel fue Fundamigo, Rotario del Año, miembro Paul Harris y fundador, director y síndico de la Fundación Obsequio de Vida: una vida entera dedicada al servicio.
Su trayectoria profesional estuvo marcada por la resiliencia, el sacrificio, la integridad y el deseo profundo de un Panamá más próspero y honesto. Trabajó en Polymer junto a grandes rotarios como Thomas Ford (q.e.p.d.) y Raúl Estripeaut (q.e.p.d.), y fue fundador de la empresa Ingeniería Técnica Especializada. También tuvo una destacada participación en la CAPAC, donde sirvió con la misma pasión y la firme convicción de que era posible lograr cambios si se dedicaban tiempo y esfuerzo, incluso entre quienes tenían ideologías distintas.
Compartió su conocimiento y experiencia tanto en el sector privado como en el público, encarnando el lema rotario: “Dar de sí antes de pensar en sí.”
Con esa convicción de ser parte de la solución, sirvió con empatía y honestidad como Director de Compras y Abastos de la Caja de Seguro Social, Secretario General del Ministerio de Obras Públicas, Viceministro de Obras Públicas, y, hace apenas un año, fue designado Director Suplente en representación de los empleadores en la Junta Directiva de la Caja de Seguro Social.
Entre sus pasiones estaban el fútbol americano, como orgulloso exalumno de Texas A&M; el golf, del que solía decir que “no tiene edad”, de una buena partida de cartas, por supuesto, la buena mesa. Imposible olvidar los Super Bowls en la casa de Cermeño de nuestro compañero rotario George Richa (q.e.p.d.), donde Wimba siempre llegaba con su camiseta de Texas A&M. Y en los almuerzos rotarios, siempre era el primero en la fila.
En su vida personal, junto a Graciela —su esposa, socia y compañera inseparable— formaron una pareja “tal para cual”, siempre luchadores, siempre dispuestos a servir donde y cuando fuera necesario. Con sus hijos Graciela —“la diputada”, como él la llamaba con orgullo—, Luis Manuel, y sus cinco nietos, encontró el mayor motivo de alegría. A cada uno de ustedes, nuestro agradecimiento por compartirnos a Wimba.
Amigo genuino, alegre, sonrisa sincera, leal, apasionado y, a veces, un poquito “volado”; fue un hombre que siempre habló y miró de frente. En una entrevista dijo:
“Aquí hablan mucho de transparencia; para mí lo principal es la honestidad. Puedo ser muy transparente y, al mismo tiempo, ser deshonesto. Hay que unir las dos cosas: ser transparente y ser honesto. Soy rotario porque el Club promueve los valores.”
El símbolo de la Rueda Rotaria – a partir de hoy – será también para mí un recordatorio diario de Wimba: un ser humano ejemplo de amistad, alegría en el servicio, compromiso con el progreso y valentía para luchar sin rendirse.
Descansa en paz, Tío Wimba.
Ciudad de Panamá, 8 de octubre de 2025.
