El día en que el mundo decidió vencer a la polio

CR Rita Vásquez
Hubo un tiempo en que la sola palabra polio bastaba para llenar de miedo a los padres. Nadie sabía cuándo podía llegar, pero todos sabían lo que causaba: parálisis, pulmones de acero en hospitales y una infancia marcada para siempre. A mediados del siglo XX, las epidemias parecían imparables, y la humanidad vivía con la sensación de estar en guerra contra un enemigo invisible.
Ese miedo empezó a cambiar en 1955, cuando el doctor Jonas Salk presentó la primera vacuna contra la poliomielitis. Fue una noticia que recorrió el mundo como una ráfaga de esperanza. Poco después, el doctor Albert Sabin creó la vacuna oral, fácil de administrar y perfecta para campañas masivas. Por primera vez, la idea de erradicar la polio parecía algo posible.
La batalla no fue sencilla. En 1988 todavía había más de 350 mil casos anuales en 125 países. Pero ese mismo año nació la Iniciativa Global para la Erradicación de la Polio, con un aliado fundamental: Rotary International. Desde entonces, millones de rotarios se han puesto la meta de que ningún niño vuelva a sufrir lo que generaciones anteriores padecieron.
Rotary lanzó PolioPlus, un programa que ha llevado vacunas a los rincones más remotos del planeta. No se trató solo de dinero —aunque la organización ha donado más de 2.100 millones de dólares—, sino también de tiempo, compromiso y presencia en comunidades donde la desconfianza o la falta de acceso eran los mayores obstáculos. Gracias a ese esfuerzo, los casos de polio han disminuido en más del 99%. Hoy, la enfermedad solo persiste en unas pocas zonas del mundo, y cada año estamos más cerca de la meta: la erradicación total.
En Panamá, el Club Rotario ha sido parte de esta cruzada global. Con campañas de recaudación, actividades comunitarias y apoyo a jornadas de vacunación, los rotarios panameños se han sumado a esa cadena de manos que, unidas, han logrado cambiar la historia. Porque cada niño vacunado aquí es también un paso hacia un mundo libre de polio para todos.
El 24 de octubre, Día Mundial contra la Polio, es mucho más que una fecha en el calendario. Es un recordatorio de cuánto hemos avanzado y de lo que aún falta. Es la oportunidad de contar la historia de la polio no como una tragedia, sino como una de las mayores victorias colectivas de la humanidad. Una historia en la que la ciencia puso las herramientas, pero la solidaridad de millones de personas, entre ellas los rotarios, puso el corazón.
Hoy, cuando miramos hacia atrás, la polio ya no es el monstruo que sembraba miedo cada verano. Ahora es el ejemplo de lo que se puede lograr cuando el mundo se une con un propósito común. Y mientras quede un solo caso en cualquier rincón, Rotary y sus clubes —incluido el de Panamá— seguirán recordándonos que la meta final está cerca y que vale la pena no detenerse hasta alcanzarla.
