Cobertura de Conflictos Internacionales: Ética, Responsabilidades y Consecuencias

El periodista Alberto Jabiles ofreció rel pasado 21 de agosto, una conferencia en la reunión semanal del Club Rotario de Panamá, titulada “Cobertura de Conflictos Internacionales: Ética, Responsabilidades y Consecuencias”. Ante un auditorio atento, compartió su experiencia de más de tres décadas en la profesión y reflexionó sobre los retos que enfrentan los medios al cubrir guerras y crisis internacionales. 

El antes y después de la Guerra del Golfo 

Jabiles comenzó evocando el 16 de enero de 1991, cuando CNN transmitió en vivo los bombardeos sobre Bagdad. Aquel episodio, recordó, cambió para siempre el periodismo. “Antes debíamos esperar al periódico del día siguiente o a lo que decía la radio; esa noche vimos la guerra en directo desde nuestros hogares”, explicó. 

Esa cobertura marcó un antes y un después: la velocidad pasó a ser crucial, pero también planteó el riesgo de sacrificar la veracidad y la ecuanimidad. Para Jabiles, la llamada “objetividad periodística” es un mito. Todo comunicador transmite desde su propia perspectiva, influido por su origen, creencias y vivencias. 

La verdad contra el poder 

El expositor resaltó el papel del periodismo para confrontar al poder. Mencionó el caso Watergate, cuando Bob Woodward y Carl Bernstein, del Washington Post, destaparon la trama de corrupción que llevó a la renuncia de Richard Nixon en 1973. “La mentira tiene patas cortas”, dijo Jabiles, recordando que la verdad siempre sale a la luz, incluso frente a los poderosos. 

No obstante, advirtió que los medios también pueden convertirse en instrumentos de manipulación. Citó a Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, quien sostenía que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Ese principio, explicó, aún se utiliza hoy para moldear la opinión pública. 

Un ejemplo claro fue la fotografía de AP en el año 2000 que mostraba a un policía israelí supuestamente atacando a un palestino, cuando en realidad protegía a un joven judío de un linchamiento. El error obligó a rectificaciones, pero el daño ya estaba hecho. 

Propaganda disfrazada de noticia 

Jabiles señaló que en la actualidad existen cadenas que operan como brazos ideológicos de regímenes autoritarios. Mencionó a Al Jazeera (Catar), Telesur (Venezuela), RT y Sputnik (Rusia), así como a Prensa Latina (Cuba) y Xinhua (China). “No son noticias, son propaganda”, afirmó. 

Sin embargo, advirtió que incluso medios de referencia como la BBC o The New York Times han cometido errores graves. Recordó el caso de julio de 2025, cuando una foto publicada por el diario estadounidense atribuía la situación de un niño a la hambruna en Gaza, cuando en realidad padecía una enfermedad. La corrección llegó tarde y millones ya habían visto la versión equivocada. 

El ciudadano como generador de información 

El periodista destacó que en la era digital cualquier persona puede convertirse en informador. Recordó cómo la muerte de George Floyd en Estados Unidos, filmada por transeúntes, desencadenó protestas históricas. “Ya no son solo las cadenas internacionales, ahora cualquier ciudadano puede difundir una noticia que incendie al mundo”, subrayó. 

Este fenómeno, sin embargo, también implica riesgos. En Panamá, por ejemplo, mencionó la práctica de medios digitales que recurren a la difamación sin regulación efectiva. “No cualquiera que se cuelga un cartel de prensa es periodista”, advirtió, resaltando la necesidad de responsabilidad ética. 

Conflictos que venden y conflictos olvidados 

Según Jabiles, los medios priorizan las guerras que generan audiencia, como la de Rusia y Ucrania, el enfrentamiento entre Israel y Hamas o la tensión entre China y Taiwán. Otros conflictos, como el genocidio en Darfur o la crisis de los derechos de las mujeres en Afganistán, reciben escasa atención porque “no venden”. 

Un oficio de alto riesgo 

El expositor recordó que en 2024 murieron 122 periodistas en el mundo, la mayoría en Medio Oriente. “El periodismo es una profesión peligrosísima, pero también indispensable”, señaló. Insistió en que la primera víctima de una guerra siempre es la verdad, por lo que el papel de los comunicadores es vital para las sociedades democráticas. 

La ética como frontera 

Jabiles concluyó que, aunque la objetividad absoluta no existe, el periodismo debe guiarse por principios de responsabilidad y ética. Los gobernantes pueden caer, pero lo que perdura es el trabajo de quienes registran los hechos con rigor. 

“En definitiva —subrayó— nada es más poderoso que la verdad. La información no puede manipularse ni fabricarse para hacer daño. Cuando el periodismo actúa con ética y valentía, puede cambiar el rumbo de un país o incluso del mundo”. 

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