CÁPSULA ROTARIA – CR LUIS CARLOS UNG PUN

Soy parte del movimiento rotario desde hace aproximadamente 14 años, más no en este club. Para poder entender un poquito de cómo llego a ser rotario y el porqué de mi convicción de serlo, tenemos que de repente dar un pantallazo de lo que fue mi infancia.  

Soy hijo de un migrante chino en Panamá. Mi padre, a una temprana edad, emigró a Panamá en los años 50. Recuerdo la cápsula del Compañero Rotario Fermín Tomás que nos habló de su padre y de su travesía en el mar. Mi padre fue uno de ellos también.  

Al comienzo, mi padre, luchando por el bienestar de su familia, huyendo de la guerra en 194 en Asia, sentó cabeza aquí, tratando de hacer llegar parte de sus ingresos a su familia en China. Ese sacrificio por su familia fue parte de un eslabón más del ADN que tengo dentro de mí de poder servir a la sociedad.  Dicho esto, él luchó por muchos años, tratando de educar a la familia que quedaba en China, por varias generaciones hasta que, después de mucho tiempo, mi abuelo lo obligó a que se casara, así que le dijo “¿O te casas o qué pasa?” Mi padre se casó con mi madre, también otra migrante. Ella nació en Birmania y migró a China, así que también tiene sangre migrante. Como mi padre es oriundo de China, se casaron en la Embajada en Hong Kong. En 1977 partieron a su nueva aventura de Panamá. Mi padre, como lo saben, este año cumplió 90 años y, si Dios quiere, todavía estará con nosotros cuando cumpla los 91 en un par de meses. Mi madre, al llegar a Panamá, con la barrera del idioma, vio a muchos paisanos llegando, al igual que ella, sola.  Desde muy pequeño, yo veía cómo ayudaba a todos esos paisanos que llegaban de ultramar. Veía cómo nos llamaban a nosotros que somos “overseas” aquí, a ayudarlos, a llevarlos al médico sin ninguna comisión ni ningún factor monetario de por medio. Ella iba en su carro, los buscaba en su casa, los llevaba al hospital o al médico. Eso fue toda mi infancia, viéndola ayudar al prójimo sin pensar en algo a cambio.  Me daba risa porque, a veces, mi mamá me decía: “me dio una galleta”. Se reía jocosamente.  

Fui creciendo. Cuando comencé mi negocio, hace ya 18 años, también quería hacer algo por la sociedad. Comencé a hacer, desde la empresa, algunas donaciones a diferentes lugares. Un día llegó una Compañera Rotaria que era de Panamá Metro, ExRotaract de Panamá, quien me invitó a ser parte de su club. Así fui miembro del Club Rotario de Panamá Metro, hoy extinto Club Rotario, formado por varios Rotaracts y yo. En ese tiempo, yo era uno de los primeros rotarios, entrando en un club 100% Rotaract. Pasó el tiempo. Servir es parte de mi vocación. Estoy siempre dispuesto y atento a poder ayudar al prójimo.  

Cómo dijo Nivia Rossana “era rotario sin saber que lo era”. Estuve un par de años y parte de mi vida cambió. Después me salí del club e, inesperadamente, en un retiro católico de novios, me encuentro a nuestra ex Compañera Karla Chang -chiquito es el mundo-. Ella me dice “Luis Carlos, ¿por qué no regresas al club? Regresa a Rotary: te estamos esperando”. Sin dudar, llegué y, gracias a Dios, estoy con ustedes, con un súper selecto grupo de compañeros rotarios, todos triple A, que tenemos la vocación de poder ayudar a las comunidades que más lo necesitan, con buenos valores, y con la amistad para servir.  

Hoy en día ya tengo cinco años con ustedes. Siempre estoy dispuesto a poder servir porque, al final, es el lema rotario “dar de sí antes pensar en sí”.  

Hagamos las cosas bien; creemos valor; ayudemos a las comunidades que más lo necesitan. Somos bendecidos: bendigamos a alguien más. Si podemos ayudar a alguien con necesidades, ¿por qué no ayudarlo? Si está dentro de nuestras posibilidades, ¿por qué no hacerlo? Muchas veces pensamos en el bolsillo o en “qué hay  pa’ mí” y no es así. Tenemos que hacer las cosas como deben ser.  Esto es parte de la labor de todos nosotros como rotarios y no solo como rotarios, como seres humanos, como personas en una sociedad. Tenemos que dar el ejemplo en esta vida de ayudar a tu prójimo. La religión lo dice: “ama a tu prójimo como a ti mismo”.  Y parte de eso es otra premisa:  ser rotario es una bendición y también es una forma de vida.

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