Reconocimiento al CR Ricardo Gago Salinero: UN EJEMPLO DE EXCELENCIA Y COMPROMISO
El CR y Past President Ricardo Gago Salinero, miembro destacado del Club Rotario de Panamá, ha sido honrado con la Medalla Juan B. Arias del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CoNEP). Este prestigioso reconocimiento, entregado durante la cena conmemorativa por los 60 años del CoNEP, celebra sus contribuciones sobresalientes al mundo empresarial, su filantropía y su ejemplo como ciudadano.
Un Ciudadano Excepcional y Filántropo Admirable
Nuestro compañero Ricardo Gago Salinero ha sido aclamado por su compromiso con el desarrollo empresarial y su dedicación al servicio comunitario. Su trabajo no sólo ha fortalecido el ámbito empresarial, sino que también ha reflejado los valores de generosidad y responsabilidad social que el Club Rotario promueve. Su labor filantrópica y su actitud ejemplar han sido una fuente de inspiración para sus colegas y la comunidad en general.
Felicitamos a Ricardo Gago Salinero por este merecido reconocimiento. Su dedicación y liderazgo no solo le han valido el respeto en el mundo empresarial y de la comunidad. Su trayectoria es un testimonio de cómo el compromiso y la integridad pueden transformar vidas y comunidades.
Discurso de agradecimiento del CR Ricardo Gago Salinero
Es para mí un gran honor haber sido designado merecedor de la Medalla Jorge M. Arias y ante todo, mi agradecimiento a los proponentes y, por supuesto, a la Junta Directiva del CONEP y a su Junta de Síndicos por aprobar dicha propuesta.
La notificación me tomó por sorpresa y mi primer impulso fue recabar información sobre el personaje que dio nombre a esta importante condecoración, Don Jorge Arias. Leer su hoja de vida me llevó a recorrer el fascinante camino trazado por este ilustre industrial, hombre de letras, diplomático y representante de Panamá ante multiplicidad de organismos estatales y comerciales. A todas luces un hombre del renacimiento ubicado en el siglo XX. Quienes han recibido esta condecoración antes que yo, hombres igualmente meritorios.
A lo largo de mi vida profesional he tenido la oportunidad de ejercer múltiples funciones dentro de la empresa que fundaron mis padres Lázaro y Rosario en 1963. Desde muy niños, mis hermanos y yo los vimos juntos para hacerla crecer y sus esfuerzos rindieron frutos. Nuestra participación en dicha empresa no se limitaba a ser meros espectadores, nuestros padres nos inculcaron el valor del trabajo honesto asignándonos funciones acordes con nuestras edades y habilidades.
Como familia vivimos, al igual que muchos panameños, los descalabros económicos que se dieron a raíz de la crisis política de finales de los años 80. Estábamos bien preparados para enfrentar dificultades y con trabajo y voluntad logramos superarlas. Como es bien conocido, la empresa familiar se reinventó y recibió el siglo XXI con renovadas fuerzas.
Pero llega un punto en la vida en que mirando hacia adelante comprendemos que ha llegado el momento de retribuir al país que nos ha dado tanto. Mis padres no necesitaron años para entender esa premisa. Lo supieron desde el día en que abrieron su primer supermercado y con máxima reserva empezaron su labor de compartir. Gracias a ese ejemplo las Empresas Gago se han destacado a lo largo del tiempo por su participación en importantes iniciativas de asistencia social como la Ciudad del Niño, Hogares Crea, Fátima en el Chorrillo, Asilo Bolívar, entre otros.
A raíz de la convocatoria de Monseñor José Domingo Ulloa para colaborar con la Iglesia Católica en el rescate y restauración de las iglesias del Casco Antiguo me convierto en un enamorado de ese pequeño rincón de la ciudad de Panamá. Una cosa lleva a la otra y pronto vimos la importancia de revivir las hermosas tradiciones de Semana Santa que históricamente se practicaban en San Felipe. Rituales y tradiciones que no solo unen a los panameños en el verdadero espíritu de la Semana Mayor, sino que ponen a Panamá entre los destinos señalados para el turismo histórico-religioso.
Una de las tareas más difíciles ha sido educar a los panameños con respecto a la responsabilidad que genera la restauración de monumentos históricos. Cada bien restaurado requiere de mantenimiento de por vida, de lo contrario la restauración habría sido inútil. Restaurar viene de la mano de conservar y proteger
Ambos proyectos me han generado muchísimo trabajo y a la par grandes satisfacciones. Más recientemente me involucré con el rescate de la memoria de los españoles que vinieron a Panamá a trabajar en la construcción del Canal, proyecto este que abrió una compuerta a valiosísima información histórica que estaba a punto de caer en el olvido.
Seguramente, tendría que vivir más de cien años para generar una hoja de vida que se parezca en algo a la de Don Jorge Arias, pero recibiendo este gran honor puedo prometer que jamás seré indiferente a las necesidades de este país que tanto quiero.
Aprovecho esta oportunidad para agradecer a mis padres el esfuerzo que hicieron para inculcar a sus hijos y nietos, el valor del trabajo honesto y, sobre todo, del agradecimiento.
Al CONEP mi enorme gratitud. Recibo esta condecoración con toda la humildad de quien tiene aún mucho camino por recorrer.
Muchas gracias.