CÁPSULA ROTARIA – CR JUAN PABLO FÁBREGA
Me han pedido que venga a compartirles: ¿por qué soy rotario? Me da mucha pena hablar de mí, pero Nivia insistió en que les compartiera algunos pensamientos.
En primera instancia, quiero decirles que estoy sin palabras, sin habla, por ver este salón repleto. Tenía décadas de no ver tanta gente en el salón. Ojalá que no sea por el orador que nos acompaña hoy y que sigamos viendo una concurrencia similar a la que hoy nos acompaña.
Les puedo compartir, como preámbulo, que tengo 36 años de ser rotario y más de 15 de ser director del programa que selecciona a los oradores, a pesar de ser un cargo que se ejerce por un año. Mi padrino rotario fue Pablito Durán q.e.p.d.Fui juramentado por el querido “Cholo” Vázquez, un extraordinario rotario, papá de Rita, de grata recordación, Cuando ingresé al Club hace ya más de 36 años, fui el miembro más joven. El rotario que me seguía en edad, me llevaba más de 21 años, así que ustedes se podrán imaginar que hice de todo como miembro rotario. Creo que lo único que me faltó fue trapear y barrer la Casa Rotaria. De ahí hice de todo: vendí rifa como no tienen idea; participé en todos los motor shows… En fin, ni se lo imaginan. Mi papá, Jaime Fábrega, fue rotario. Creo que fue, en algún momento, compañero rotario de nuestra querida invitada hoy, Michelle Oteisa. En aquella época se reunían en el Hotel Continental.
De niños, a los hijos de los rotarios nos hacían unos almuerzos de Navidad. Eran de lo más simpáticos. Ustedes se podrán imaginar en aquella época, la edad que tendrían los rotarios que nos hacían fiestas de Navidad. Y así fue como fui aprendiendo de la mística rotaría. Siempre me llamaron la atención los postulados de la prueba cuádruple, postulados que llevan un mensaje muy profundo de lo que debe ser uno, de lo que debe ser nuestra conducta de vida. Esos principios rotarios, esos postulados, iban muy de la mano con los principios y valores que nos enseñaron y aprendí en el Colegio Javier, colegio de jesuitas. Eran valores y principios con los que nos formaban y sobre los que se sustentaba el reconocido servicio social javeriano. Si bien la admisión al club es por invitación, yo la pedí, precisamente porque me atraían esos postulados, esos valores rotarios, a mi padrino Pablito Durán que me hiciera rotario. Literalmente, me apadrinó a petición mía. En aquella época eso era imposible e impensable y menos a la joven edad que tenía. ¿Por qué lo hice? Porque encontré que el Club Rotario de Panamá, el Rotarismo en general, y el Club Rotario en particular era líder y referente de los clubes cívicos en Panamá. Me servía como medio para retribuir a la sociedad todas las bondades, todos los privilegios que son en cantidad, que la vida y el Señor, me han dado.
Encontré en el Club Rotario, una forma de poner en práctica esos valores que me inculcaron mis padres y que me inculcó el colegio: dar de mí más que pensar en mí.